Los fanáticos cuentan las horas para la llegada de los Iron Maiden y que su energía musical retumbe por todo el Estadio Nacional. Pero como yo no pude esperar a que los Maiden lleguen a Lima, decidí viajar a la Argentina y verlos en vivo, marzo del 2008 como recuerdo esos momentos, recuerdos inolvidables que decidí contarlos para que se enteren que es lo que trae ese magnético grupo metalero que cautiva a millones de fans en el mundo. Esperemos que su llegada y su concierto sea tan espectacular como lo vivído en la Argentina.
La antesala. En Buenos Aires se respira rock… Es viernes 7 de marzo, la ciudad porteña se ve diferente, hay algo especial en la megapolis sudamericana, no es un día normal: paró la lluvia, el sol alumbra y la muchachada está inquieta: es el concierto de una de las leyendas del heavy metal, Iron Maiden y el alboroto se siente impregnado en las calles, en las pistas y en los corazones de los fans.
Fiesta sonora. No hay esquina, paradero, parque o plaza del centro de esta alucinante ciudad que no haya docenas de fans preparándose para uno de los conciertos más esperadas no sólo por los argentinos, sino por los paraguayos, uruguayos, y peruanos que llegamos a disfrutar con intensidad uno de los recitales más feroces y contundentes que este cronista haya visto en su vida roqueril.
Fans acérrimos. Baires es la ciudad más roquera del mundo y eso lo comprobé in situ. Los fans estaban días antes en el Hotel Sheraton esperando que los Maiden llegasen a ese hospedaje cinco estrellas. Es más, estaban también en el aeropuerto esperando el avión con ansias de ver a sus ídolos ochenteros. La esperanza es lo último que se pierde y el avión piloteado por el mismo Bruce Dickinson, vocalista y piloto aterrizó el jueves 6 en horas de la tarde en el aeropuerto internacional de Ezeiza en Argentina.
Camino al concierto
Estación Lima. Centro de la ciudad. El subterráneo fue tomado por las hordas metaleras. Viernes de rock, viernes de algarabía, de farra. En 15 minutos llegué al estadio de Ferrocarril Oeste ubicado entre las avenidas Avellaneda y Martín de Gainza. Me bajé en Primera Junta y caminé unas 5 cuadras. La zona, indudablemente, estaba tomado por los metaleros, un mar de fans, de seguidores. Una Quilmes bien helada me cae bien. En Baires termina el verano y se nota el otoño ya. La mancha brava ya quiere entrar al show.
La gira. Miles de muchachos (as) vestían polos negros de Iron Maiden y de Eddie, la mascota, el símbolo de la banda inglesa, la figura antropomórfica, fantasmagórica, de ultratumba que además fue el sello de una jornada sonora que deslumbró a los 35 mil espectadores que desde muy temprano yacían cerca del estadio, como simple mortales, como este periodista, esperando ingresar al recinto para vibrar con la gira mundial "Somewhere back in time", que retoma en parte la imagen de su tour "Powerslave" (1984-1985) y donde los Maiden interpretan los temas clásicos de ese período de su carrera musical, para muchos la mejor de todas, la más contundente.
Barra brava sudamericana. “El que no salta es cumbiambero, el que no salta es cumbiambero” fueron los primeros gritos que corearon los seguidores apenas iban ingresando al estadio, un local muy acogedor para serles sincero, no muy espectacular, ni muy grande, pero cálido, perfecto para este concierto abrumador y demoledor donde los fans derrocharon energía rockera, pasión, calor humano en extremo, la gentita no paraba de saltar, mismo un Boca versus River o un Argentina contra Inglaterra. Fuerza, desafío sideral, contundencia. “Maiden, maiden, maiden, maiden…”, se escucha en coro, a todo pulmón, es un solo grito, y no hay tiempo, no hay cielo, ni infierno. Hay paz, locura, amor, hay sólo un camino: la ruta de la unión. El rock une almas, doblega, hace que uno viva fuera de la realidad. Es Buenos Aires, señores, es la ciudad de la furia.
La hora de los Maiden
Noche, bóveda salvaje. Estrellas y unas nubes blancas pasean por el infinito. Llegué a las 3 de la tarde y el reloj ya marca las 9 y 30 de la noche. Mi garganta no da más, mis alaridos se desvanecen. Cierro los ojos y me voy al Rock in Río 1985 y recuerdo a los Maiden en Río de Janeiro: ¡Que tal punche! Era un chibolo y gocé a forro. Hoy, en Buenos Aires, casi 25 años después, otra vez ante los metaleros más queridos del mundo. Hoy, como hace 25 años, abro los ojos y los veo nuevamente, con ese escenario que replica una parte de la historia egipcia, es decir, son unas cortinas, unas telas gigantes diseñadas que nos hacen sentirnos en las tierra de los faraones, en realidad es parte de la parafernalia del espectáculo y que mucho éxito le trajo a la banda en los años ochenta. Es un escenario alucinante. Veo a Eddie, como siempre macabro. Ultratumba. Averno. Los Maiden son considerados como uno de los principales iconos de este género musical, el heavy metal, con millones de fans en todo el mundo.
Adrenalina. Intro Churchill’s Speech, encendió la mecha. Dickinson; Steve Harris, en el bajo, los guitarristas Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers; así como el baterista Nicko McBrian. En cancha, la gentita era una masa imperturbable. Los fanáticos disfrutaban de la tocada apretujados unos contra otros, sudorosos, pero insaciables de metal. En Baires los conciertos de rock son diferentes, tienen vida propia.
Entre las primeras canciones estuvieron: “Aces High”, “2 Minutes to Midnight y las súper clásicas, “The Trooper” y “The Number of the Beast”.
El ambiente tan prendido estuvo a la altura de la ocasión, así como la energía de Dickinson, quien dijo “Buenas Noches, Buenos Aires” y la explosión humana fue aguerrida y deslumbrante. Y vaya que fue un inició soberano, unas ráfagas de rifss a trío, bajo y batería y la bestia despertó: Dickinson se movía como una serpiente hambrienta, como el mundo en hecatombe. La temperatura en el inmueble se elevó al máximo. Eddie, con su dantesca figura y su maquiavélica sonrisa, estaba allí, sin perturbarse, mirando el gentío y disfrutando sin temores. Y canta el vocalista: “Wasted Years” y “Cant Play with Mandes”. Nadie para e moverse, es alucinante ver a 35 mil personas en éxtasis.
Fuerza metal. La música del sexteto inglés no tiene fecha de caducidad; temas como “Powerslave”,“Iron Maiden” y “Hallowed Be Thy Name” continúan la fiesta, la juerga interminable, los cánticos son infinitos y no tienen cuando terminar. Gargantas roqueras en una soloa voz. Espectacular.
Desde luego, el vocalista se lució como es lógico, fue aclamado por la audiencia y tuvo varios cambios de vestuario, sin embargo Harris, el fundador de la banda, también fue reverenciado.
Lejos de lo que se piensa Iron es un espectáculo totalmente familiar y así lo confirmó la presencia de familias enteras, de padres acompañados de sus hijos, de cincuentones hasta niños.
Epílogo. Medianoche. Sigue la fiesta, que no termine por favor. Rock, Maiden, fuerza roquera. Nadie se va, los Maiden vuelven, el griterío es infernal. Maiden, maiden, maiden. No puedo más. La noche es hermosa. ¡Que tal concierto!...
Lo que hay que saber de Iron Maiden
El grupo, que se formó en 1976, tiene 23 álbumes oficiales (17 producciones en estudio y 6 ediciones de conciertos), realizados entre 1980 y 2006. La actual gira promociona el DVD del concierto Live After Death, que recoge su concierto de 1985 en Los Ángeles y un material documental del grupo en la actualidad.
Para quienes quieren acercarse por primera vez al grupo, los títulos que más recomiendan los críticos especializados son el básico debut Iron Maiden (1980), cuando el vocalista era Paul Di'Anno (quien tuvo que salir por su alcoholismo); The Number of the Beast (1982), su álbum más aplaudido y el primero de la era Bruce Dickinson, y Seventh Son of a Seventh Son (1988), que es considerado como el último de los álbumes de heavy metal clásico.
Su gira “Volver algún lugar en Temne World Tour 2009”, los llevo por países como Serbia Emiratos Árabes, India Nueva Zelanda, México Costa rica, Venezuela Colombia, Ecuador y continuaran el recorrido por Brasil, Chile, Perú y cerrando con broche de oro en Argentina el 31 de marzo.
Desde Buenos Aires: Mario Vallejo