Estoy a punto de comprar nuevamente mi colección de “Tamakún, el vengador errante” mi héroe favorito. Allá por los años 70 cuando uno es un púber inquieto, descubrí a este Príncipe del reino de Saracardi. La historieta narraba las peripecias de este personaje y sus amigos. Aventura, intriga, batallas, amores, odios, ficción al máximo. Era la época del tio Jhonny y su vaso de leche, mi adicción al Sublime era placentera, y los titulares en los diarios anunciaban el fin del gobierno militar. No recuerdo como descubrí a Tamakún, seguro por una publicidad o tal vez por curiosidad.
La cosa es que a los 10 años llegué a tener unas 250 revistas de portada colorida y cuadros y viñetas y textos a blanco y negro. Tamakún era un príncipe hindú que debía luchar contra su malvado Sakiri el Negro (su tío), el cual había asesinado a sus padres para apoderarse del Reino de Saracardi. Luego de recuperar el Reino, este decide luchar contra el crimen y es solicitado por gente de diferentes partes del mundo. Así, junto a sus amigos, Ali Yabor y Zorka, recorrían el mundo en donde les esperaba riesgos y peligros. 32 páginas por número leía ansiosamente que, equivalían, a algo así como si uno gozara una magistral eyaculación: Tamakún me hizo el ser más feliz del planeta.
Pero, como la felicidad no dura para siempre en esta gran ruleta rusa, en este bolero cantinero que nos eclipsa y nos pervierte, y que en el andar desesperado de las contradicciones uno circula muchas veces sin brújula en Altamar, perdí mi colección. Sí, las perdí. No sé a ciencia cierta que sucedió: a) las vendí al ropavejero, b) se perdieron en un viaje a Brasil en donde viví 5 años y no retornaron conmigo o, c) en un descuido las botaron a la basura. Perdí mi colección. Perdí al único personaje que hasta el día de hoy sigo creyendo, en que la mayoría de superhéroes han muerto de sobredosis. Que bueno que mi Tata, mi abuela querida, nunca se enteró que se evaporaron: ella me daba la plata para comprarlos todos los jueves en el kiosco de la esquina en Magdalena vieja.
Sin embargo, en una ocasión traté de recuperar las historietas. En la Lima noventera, metí mucha lata por el centro de Lima. Además de ser periodista -en ese entonces de La Republica-, uno de mis hobbies (y lo es hasta hoy) es comprar libros, revistas, discos y lugares como Lino Cornejo o Quilca eran los huariques por excelencia, Un buen día, hurgando revistas en uno de mis paseos habituales, vi nuevamente a Tamakún. Nunca más pensé encontrarme con él, me resigné cuando mi colección se perdió y con eso también se borró de mis neuronas. ¡Dios mío!: estaba frente al Príncipe. Mi corazón se me aceleró. Leía esa frase que me marcó por mucho tiempo, esa frase que mi héroe me inoculó, mi frase preferida por muchas décadas: “Donde el dolor desgarre/donde el peligro amenace, donde la miseria oprima, allí estará Tamakún el vengador errante”. Fue un flash de recuerdos ver las historietas. Lamentablemente de las 250 solo había unos 20. Algo es algo, las compré de inmediato, y hasta ahora las conservo. Años atrás, a finales de los noventa, década corrupta por excelencia, redescubrí a Tamakún. Navega por la Internet buscando información de mi héroe más amado.
Descubrí, entre otras cosas, que al igual de Kalimán, Tamakún había sido una radionovela. Se transmitió el primero (1) de diciembre de 1941 por RHC Cadena Azul en La Habana, Cuba. Estuvo a cargo del escritor Juan Gonzáles Gaspar: “El personaje está inspirado en el Dr. Yarogui en una serie de Chan Li Po (era un médico hindú). El nombre de Tamakún, en realidad fue Tamakán, aldea bombardeada por los japoneses, cerca del Río Obí, por razones de eufonía se escogió Tamakún”.
Sin embargo, también se confiere la información que fue creado por Armando Couto – autor de Los tres villalobos y Arandú entre otros - en los años 40, y se transmitió en Venezuela entre 1945 y 1955 por Radio Continente. Su protagonista fue Armando Palacios, quien luego sería conocido como El Disk Jockey de Venezuela. El serial también se emitió en emisoras mejicanas del Xew a mediados de los años setenta.
La versión en historieta de estas aventuras tuvo lugar a partir del 24 de noviembre de 1975 a cargo de Editorial América – por intermedio de publicaciones continentales de México. Los argumentos corrían por cuenta del propio autor y el arte era realizado por el equipo encabezado por Miguel F. Callejas.
La tercera es la vencida. La otra vez me preguntaron que si volviera a vivir cual sería mi reencarnación: Tamakún, respondí. Así volvió mi héroe a mi ser en este nuevo siglo. Fui a revisar la red y encontré mucho material incluso todas sus aventuras, es decir, la historieta escaneada número por número (tamakun.kaliman.org.mx/ ), indudablemente aproveché el pánico y puse mi aviso virtual: quiero comprar todas las historietas. Ya tengo alguien que me vendará gran parte de esta alucinante colección. En fin, el mundo sigue dando vueltas y Tamakún, el vengador errante, sigue impactándome, como hace 25 años atrás, y soy nuevamente feliz soñando con la justicia y luchando contra la maldad.
Buenas hermano estoy leyendo que ibas a comprar las rvistas de tamakun para saber si las compraste y que numeros yo tengo unos soy de venezuela
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