Todo buen fanático de la música de bandas como The Clash o Sex Pistols es amante innato de los enérgicos y rápidos golpes de tarola, marca de generaciones punk en todo el mundo y Argentina no fue la excepción. Además de ser el país de las parrillas y los vinos, es también el lugar que albergó por generaciones a una de mis bandas favoritas, Los Violadores. Fueron los primeros punks en lograr una repercusión masiva en toda Latinoamérica.
Como muchos, empezaron tocando en pequeños pubs underground logrando convocar poco a poco a muchos seguidores además de atraer a críticos, religiosos y policías nos siempre recibiendo halagos. Los calificaron de rebeldes innovadores y censuraron su nombre en los 80s; eran en esos años Los Voladores, épocas de uniformes verdes y olivo, de Las Malvinas, de la rabia innata de un pueblo que bien reflejó Charly en sus canciones infinitas.
Me hacen recordar a Narcosis en nuestro país, al igual que nosotros, no estaban de acuerdo a la dictadura y sus canciones eran himnos para toda la sociedad libre, gritando a viva voz que la juventud estaba cambiando.
Argentina vivía al ritmo de la botas y aquí gestaba una guerra contra nosotros mismos. Recuerdo Acho, a Micky González y Piltrafa, Stuka, y Gramática en un alucinante concierto en el Rímac, en esa plaza de toros que por primera vez abría su recinto para el rock, recuerdo a Pil subido en una torre y por poco muere achicharrado por el éxtasis del recital, recuerdo a miles cantando a viva voz los más rabiosos estribillos, de ese disco llamado "Fuera de Sektor" (1986) que debe ser uno de los más recordados por los críticos del rock en nuestra lengua, Pil comentaba en ese entonces: "A mí me gusta las música que me emociona, y esto que hacemos es un sentimiento (...). Totalmente de acuerdo.
Mario Vallejo
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