El periodista español, Xavi Sancho, del diario El País, publicó un interesante artículo titulado ¿Estrellas pop o marionetas de las marcas? en donde hace un interesante recorrido por el mundo de la música y la moda. Antesm la única manera que tenía un músico de poseer una pieza de ropa de diseño era robándola, y hoy, es bochornoso que estos roqueros no tengan una mínima idea de la importancia del look musical a la hora de subirse a un escenario o lo peor de todo, son uno meros títeres de la publicidad que se venden por unos centavos.
Sancho sostiene que las estrellas de rock han pasado de habitar un universo distante y antagónico al de la moda de lujo a convertirse en piezas clave en las estrategias de marketing de las grandes firmas, para terminar hoy, en plena crisis de la industria, en meros títeres, poezas intercambiables de un star system formado por celebridades desesperadas por aparecer en los medios, por no molestar a ningun cliente potencial y por no distinguirse lo más mínimo cuando exprima sus dos segundos de exposición mediática sobre cualquier alfombra roja. Razón no le falta.
El periodista cita como ejemplo la pasada entrega de los Grammy , donde era imposible diferenciar a un concursante de reality tipo Gran Hermano de una Pop Star. La revista In Touch se quejaba, por ejemplo, lo de Amy Winehouse no vestía como una ganadora de Grammy. Claro que no, ¡vestía como una estrella de rock!. Patty Smit, Johnny Rotten, Kurt Cobain, Michael Jackson, todos tomaron decisiones estéticamente cuando menos dudosas, pero al menos las tomaron ellos y muchos terminaron asentándose en el ideario estilístico global. La historia del rock es Nevermind, pero también el jersey a rayas del video de Smells Like Teen Spirit.
Estas nuevas estrellas no tienen ni idea, apunta Tom Backer, sastre londinense que lleva décadas vistiendo artistas como Robert Plant o The Prodigy. Pensar que The Killers deben mandar un empleado a comprarles la ropa mientras el cantante de Led Zeppelin si puede pasar dos tardes enteras trabajando en una diseño contigo, es para partirse de risa. Pero en fin Dios Bendiga a los estilistas y su tarjeta de crédito.
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