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jueves, 8 de julio de 2010

EL CANDIDATO DE LA TELE


La incursión de Jaime Bayly en política y su anhelo de enfundarse la banda presidencial han generado en los últimos meses una larga y encendida controversia en torno a cuán seria es la propuesta del periodista y escritor y hasta qué punto se puede confiar en su estabilidad emocional para asumir el desafío. Pasar de la chacota y desfachatez de su personaje televisivo a la sobriedad y ponderación de quien debe convencernos de ser merecedor del encargo más importante del país, sigue siendo su tarea pendiente.
Particularmente, me parece que Bayly puso en debate algunas ideas interesantes que refrescan un poco el soso y predecible clima electoral, en virtud de que en la democracia que disfrutamos hay espacio para todas las alternativas. Pero de un tiempo a esta parece quedar muy claro que la propuesta se está acercando peligrosamente a la improvisación y la indecisión. El televidente espera saber finalmente a qué atenerse.
Antes de la mano de José Barba Caballero, un ilustre aficionado de los tristemente célebres vientres de alquiler en la política nacional, hoy resulta que Bayly anda en coqueteos con “un partido muy popular y muy cristiano”. Aquí sí que nos quedamos en el limbo. ¿El matrimonio gay, la legalización de la marihuana, el Estado laico y un país desmilitarizado serán las banderas de campaña del partido más conservador y representativo de la derecha peruana?
Si esto resultara cierto -con Bayly nunca se sabe y no son pocos los que piensan que la mentada candidatura resultará siendo una inmensa tomadura de pelo- estamos asistiendo a una genuina demostración de oportunismo electoral, de la que todos los televidentes tendremos que padecer semana a semana. Porque está claro que si nos ocupamos de este tema es porque “El Francotirador” va camino a convertirse en tribuna para los mítines de campaña más atípicos que hayamos presenciado.
Que un personaje televisivo con reconocida acogida popular se convierta en candidato presidencial puede resultar un arma de doble filo. Muchos se pueden subir al coche y la mezcolanza de buenas intenciones, irreverencia, inexperiencia e improvisación puede resultar fatal. Y los televidentes merecemos de Bayly una definición de en qué lado del escenario lo tendremos en esta campaña. Por eso, es hora de decidir de una vez. ¿Periodista o candidato?

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